By Goshiro
En este primer blog me dedicaré a justificar el despropósito que es Mastruko Legends.
La cosa comenzó hace como treinta años. Eran los 90, que fueron la resaca de los 80 y el comienzo del cambio de lo analógico a lo digital. En aquella época consumíamos cómic americano, mucho Dragon Ball, flipábamos con Van Damme, Jackie Chan, el Chuache y toda la tropa y nos viciábamos a la Mega Drive (Sega Genesis en otros parajes), y hasta tuvimos Mega CD. Nosotros fuimos de Sega hasta la 5ª generación de consolas y llegamos a poseer una Sega Saturn, pero esto lo dejaremos para otro blog.
Total, ya os podéis imaginar la tormenta perfecta que vivimos en aquellos años; los que estuvieron ahí lo saben. En esas condiciones, la calenturienta y desvergonzada imaginación de Mcneil comenzó a producir efectos variados en los demás. Siendo yo un infante, me enseñó a jugar a rol. Más fuera de contexto no podíamos estar.
En la partida, en la que usábamos un dado del parchís, aparecían ninjas, el Maestro Tibetano (que acabaría siendo el Viejo Mastruko, que esto también lo explicaremos en otra ocasión), la TecnoRed de Superhéroes inc., Fanhunter y movidas dragonbolescas. El pastiche era de impresión y molaba, porque no apelaba a la credibilidad ni a la coherencia, solo a la diversión. Casi no había reglas, dado contra dado y arreando, así ya nos estaba bien.
Por otro lado, alguien de importancia, un tal Ryumah, también jugaba a lo que genéricamente llamábamos El Maestro Tibetano. Llegamos a reunirnos los tres para jugar, pero no contaré aquí de qué iba la partida porque lo leeréis en el capítulo que corresponde, si bien es cierto que sería una precuela de la historia de Sakoto. Ryumah y Mcneil también echaron bizarras partidas con la peña del barrio, y de ahí nacieron los X-tremoduros.
Algunas partidas más se jugaron, módulos breves en los que nacieron personajes que conoceréis en profundidad en nuestra historia.
Y en 2012 pasó algo único, intrascendente y cutrépico: de la mente de Mcneil brotó Rotto Sakoto, un pordiosero salvaje, un tieso, impulsivo y con malas pulgas, literales y metafóricas. La partida ni tenía nombre, pero fue extensa e intensa, cutrépica y descacharrante, y no exagero. Lo pasamos muy bien. Es la historia que estamos narrando ahora. Unos años más tarde Sakoto formó equipo con Serian, otro avatar de Ryumah, y Logan, un taciturno y patilludo guerrero. Ya los conoceréis.
Las partidas y el contexto partían de todas las partidas anteriores, las relacionamos y fuimos creando un mundo más cohesionado. Vivíamos una saga con sus personajes y lugares recurrentes, todos basados en aquello que más nos molaba, y lo reinventábamos a nuestra manera. En los blogs iréis conociendo todas las referencias que hemos homenajeado, aunque más de una os sonará apenas la veáis.
En fin, explicado brevemente, esta es la historia de los orígenes de Mastruko Legends, ahora convertido en una historia que esperamos que os entretenga e interese como a nosotros.
Nos vemos pronto por aquí. ¡Sganda Praleña!