Los prisioneros de Nalehom empezaron a oír el estruendo de ahí fuera. Todos se levantaron, nerviosos.
—¡Son los nuestros! —exclamó Runewa.
—¡Por fin! A ver si nos sacan de ahí y podemos unirnos al combate —dijo Biticli, verbalizando el pensamiento de todos.
***
Otakrón se quedó en Chimpunia monitorizando los movimientos de la batalla con un dron vigía, al que llamaban Cartógrafo. Una parte importante del plan de asedio a Piter Mata consistía en hallar la ubicación del Nalehus Rex, ya que era el arma que iba a usarse para lanzar los ataques a Ivalis y Yamatori. Después, debía buscar el lugar en el que sus compañeros estaban presos.
La barrera, al ser electromagnéticamente fuerte, estropeaba los circuitos de las máquinas que pudieran venir del exterior. Pero ahora que la barrera de Piter Mata había desaparecido y sus compañeros estaban dentro de la fortaleza, el ingeniero podía mapear la zona con mayor precisión.
Después de cartografiar el lugar, detectó un hangar en el suroeste de la fortaleza de unas dimensiones muy parecidas a las del hangar del Nalehus en La Tabacalera, según las medidas dadas por Luzman. Otakrón informó a Rage del hallazgo y le dio las coordenadas del recinto.
Unos minutos después, el ingeniero recibió una llamada de Arsi avisando de que ya tenían las lanzas mataki y que en unos tres días volverían a Chimpunia. Otakrón le explicó lo sucedido en las últimas veinticuatro horas, quedando la ninja y su hermano fastidiados por no poder estar allí combatiendo.
***
La batalla era encarnizada. Soldados de ambos bandos caían mientras los disparos, cañonazos, espadazos y ataques de toda índole regaban el campo de batalla de extremo a extremo. Los Bujías, Los Soniquetes y los veteranos guerreros de Raus se reunieron y, cubriéndose las espaldas entre ellos, fulminaban a los soldados de Nalehom. La mezcla entre ataques de ki y disparos formaba un juego de luces que restallaba por la zona de guerra.

Por su parte, La Praleña de la Niebla, aunque joven en su mayoría, luchaba de forma ordenada y avanzaba con precisión gracias a los Incursores, encabezados por Yute.
Durante el choque de fuerzas, hubo un instante en que Sakoto se cruzó con su hermano Logan. Ambos se miraron y el primero le dijo al segundo:
—Hola, Logan. Cuánto tiempo… Cuando acabe todo esto, si te apetece podemos tomarnos una jarra de hidromiel y ponernos al día.
—Vale. Primero habrá que sobrevivir —dijo Logan.
Logan era un niño cuando aconteció la Gran Guerra. Como sus padres adoptivos Solira y Batún, además de Ryumah, fallecieron, Varoku desapareció y Sakoto se marchó de Raus, el joven Hikari fue cuidado por Yarret y Scarlet, a los que consideraba sus padres. Cuando creció fue entrenado por el Maestro Apodai, siendo compañero de Ziffa, que siempre le aconsejaba cual hermana mayor. Logan era fuerte, experto en misiones de infiltración, habilidades que aprendió de Scarlet. No conocía su auténtica esencia de Hikari, pero lo que todos a su alrededor sabían era que tenía por delante un gran porvenir como guerrero.
Al encontrarse con su hermano desaparecido durante tanto tiempo, Logan se sentía extraño a la vez que contento de encontrarse con un familiar, aunque fuera en mitad de un mar de balas, láseres y ráfagas de ki.
La batalla continuaba. Desde el este de la fortaleza —el grueso de la contienda acontecía en el centro de Piter Mata, que era sobre todo campo abierto—, aparecieron multitud de Mamotretoides armados con grandes ametralladoras Cagenoid y lanzamisiles Durus-3000. Los pequeños pero terribles mecas formaron filas y lanzaron sus ataques sincrónicamente, como si fuera una macabra danza de destrucción y muerte.
Los Soniquetes, sobre todo Badai, Sakoto y Panshiro, unieron sus fuerzas y desviaron la primera oleada de misiles de los Mamotretoides.
Los X-tremoduros se lanzaron al ataque directo contra los Mamotretoides y comenzaron a destruirlos, asistidos por La Praleña de la Niebla. Apenas, por cierto, recordaban a Sakoto.
En ese momento fue cuando Rage recibió la ubicación del Hangar del Nalehus Rex. Llamó a Los Soniquetes.
—Otakrón ha encontrado la ubicación del meca gigante, vamos para allá. Id tirando, tengo que ir a por una cosa a la furgoneta de Los Heavyrrones.
—No tardes —dijo Badai.
Los tres Soniquetes corrieron hacia el hangar. Mientras tanto, iban tumbando a más soldados de Nalehom. Al fin llegaron al recinto en donde, al menos a priori, estaba el Nalehus Rex. Abrieron la gran puerta corredera de la edificación y entraron. Se encontraban en una especie de garaje muy grande y vacío. Al fondo vieron una puerta, fueron hasta ella y entraron en una sala circular que parecía un escenario, con varios pisos de gradas en los alrededores, un escenario en la parte central en una posición inferior y, justo al lado del escenario, un balcón.
Los tres Soniquetes llegaron al escenario. El silencio de la sala era inquietante. Los héroes presentían que algo iba a suceder, y así fue. Del balcón surgió Nester Log con una gran pistola en la mano y sonriendo con malicia.

—Hola, queridos Soniquetes —dijo el siervo de Nalehom con sorna. —Bienvenidos al hangar del Nalehus Rex. Es una lástima que no podáis llegar hasta él. Hubiera sido mejor que os quedarais en…
Sakoto, cabreado ante tanta palabrería, alzó su mano para lanzarle una ráfaga de ki a Log, pero el Hikari no pudo emitir ningún ataque. Los tres guerreros se extrañaron y les invadió la preocupación.
—Sois idiotas, por eso os va como os va —dijo Log. —Este hangar está construido totalmente con el mineral anti ki que trajo Trokkolo desde Yamatori para la ocasión. No podéis usar ki.
Log hizo un gesto con su mano y de las esquinas de la sala aparecieron unos robots cuadrúpedos encaramados a las paredes con cañones en lugar de brazos rodeando a los tres héroes.
—Estos son unos juguetes diseñados por Luzman —dijo Log. —Adiós, rebeldes.
Sakoto se sentía impotente. Era más que probable que murieran por un simple error de cálculo. Ni siquiera se había enfrentado a Trokkolo Grogui.
—Yo puedo cubriros con el espadón, pero poco más —dijo Badai. —¿Dónde está Rage, joder?
Justo al decir esas palabras, una fuerte explosión sacudió la sala. Una figura metálica del doble de tamaño de una persona comenzó a acribillar a los robots cuadrúpedos. A continuación, disparó con su brazo una especie de ondas sobre Sakoto, Panshiro, y Badai.
Cuando observaron mejor al ser metálico, todos se dieron cuenta de que era Rage portando una tecnoarmadura.
La tecnoarmadura era grande, de diferentes tonalidades, pues estaba construida a partir de retales de diferentes tipos de armaduras tecnificadas. La tecnoarmadura estaba armada con cañones, ametralladoras láser y micro misiles instalados en toda su anatomía. La armadura cubría todo el cuerpo del Soniquete excepto la cabeza.
—¿Os gusta mi nuevo juguete? —dijo Rage, orgulloso. —Es un obsequio de Los Heavyrrones, que saben de esto. La llaman La Ponderosa.
—Increíble —dijo Log, enfadado por ver sus planes fracasados. —El perro viejo rindiendo cuentas, ¿eh?
—Oye, Rage —intervino Sakoto. —¿Por qué no ponderas al imbécil este? No soporto como habla, lleva una película encima que no se la cree ni él.
—Sí, es verdad —apostilló Panshiro.
—Ya te digo —dijo Badai.
—¡Cómo os atrevéis! —exclamó Log. Apuntó su arma hacia Los Soniquetes y disparó.
Instintivamente, Panshiro alzó sus manos. Un halo de ki surgió de ellas y la bala de Log se fundió al chocar con las palmas del Puño Cardinal. Log se sentía confuso.
—¿Podemos usar ki? —preguntó Sakoto al observar a Panshiro.
—¿Qué era esa onda rara que nos has disparado, Rage? —preguntó Badai intentando encontrar respuesta.
—Como ya sabíamos que el hangar del meca de La Tabacalera se construyó con mineral anti ki, le pedí a Otakrón que diseñara algo que anulara su efecto en vosotros —explicó Rage. —Otakrón las llama ondas brotakí. Eso sí, el efecto dura solo treinta minutos, ¿vale? Salid cagando leches a por el meca. Yo me ocupó de este hijo de perra.
—Un poco más y no lo contamos, podrías haberlo dicho antes —recriminó Sakoto a su compañero.
—Bueno, el fervor de la batalla y todo eso. Venga, marchaos ya.
Sakoto, Panshiro y Badai se dirigieron hacia otra puerta que daba a un largo pasillo que los llevaría hasta el Nalehus Rex.
—Vamos a seguir desde donde lo dejamos, Log —dijo Rage mientras tomaba postura de ataque.
—Hoy acabará todo, viejo rival.
¿Quién ganará el duelo? ¿Y el Nalehus Rex, despertará o seguirá dormido? ¿Cómo terminará la Batalla de Piter Mata?
