CAPÍTULO 27: Comienza el asedio

Nalehom y Trokkolo Grogui notaron el movimiento de La Praleña y actuaron en consecuencia. Mandaron formar a todas las tropas en frente del balcón de la torre de Nalehom. Soldados y Facsímil llenaban de vítores y afán de batalla el patio de armas de Piter Mata.

Nalehom se acercó al balcón y sus soldados lo aclamaron. A su izquierda estaba Nester Log y a su derecha Trokkolo Grogui. El brujo dictador habló a sus siervos.

—¡Querido siervos! La Praleña está de camino a nuestro hogar. Nosotros buscamos convertirnos en el equilibrio de Mastruko. Si alguien quiere perturbar nuestra sagrada misión, aunque fuera un ratón insignificante, sería un imperdonable insulto que no pasaremos por alto.

» ¡Tenemos la responsabilidad de hacer todo lo que esté en nuestra mano para aplastar a esos rebeldes! —todos chillaban pidiendo sangre. —¡Así es y así lo haremos para traer el equilibrio a este mundo!

Todos coreaban «Su Majestad» al unísono, absorbidos por las artes manipuladoras de Nalehom. Después, fueron a sus puestos a esperar el enemigo.

***

Los todoterrenos iban avanzando por las sinuosas montañas de Churana mientras las motos voladoras, conducidas por Rage, Badai, Scarlet y Pikolov, esperaban en la vanguardia a que llegaran sus compañeros a su posición para atacar juntos. Rage y Pikolov fumaban un puro, y Pikolov comentó:

—Oíd pibes, me estoy impacientando cosa mala. Vamos Rage, sé que tú también. ¿Vamos ya o qué? Eso sí que no se lo esperarán.

—Nuestros compañeros harán de señuelo para que sea más sencillo nuestro ataque —dijo Scarlet.

—Claro, y es lo que esperan —dijo Pikolov—. Si vamos sin más con cuidadito, silenciosos y amables, destruiremos la barrera en lo que se tarda en decir «qué».

—Pues no es mala idea —dijo Badai.

—Por cierto, Rage —dijo Scarlet—. Te has olvidado de los Incursores.

—Estará tu marido con ellos, no pasa nada —respondió Rage para salir del paso. Con la efervescencia de lo sucedido, se había olvidado de sus soldados.

Sakoto y Panshiro iban en todoterreno, conducido por Calistro y con Ziffa subida a una torreta ametralladora. El coche más cercano era el de Yarret Clam, que iba con Brako, Logan y un soldado llamado Toleke. Cerca de ellos iban los Incursores, comandados por Clam, como se imaginaba Rage. Aunque con el cambio de escenario, los Incursores pasaban a ser, junto a todos los demás, rausenses armados que reclamaban sus tierras de una vez por todas.

—En ese coche va tu hermano, Sakoto —dijo Calistro.

—Sí, ya hablaremos cuando termine todo esto.

—Si es que lo contamos… —dijo Ziffa.

—Claro que lo contaremo’ —dijo Calistro optimista.

Calistro, de camino, les explicó a Panshiro y Sakoto en qué consistía la primera parte de la misión, que sería hacer de señuelo mientras los pilotos de las motos voladoras desactivaban la barrera que cubría Piter Mata. Les contó los detalles de los cañones APB y las lanzas mataki que traerían Arsi y El Ninjo… y de repente, Calistro cayó en la cuenta.

—¡Mierda! ¡Que Arsi y El Ninjo no han llegao! ¡Que no tenemo’ la’ lanza’ mataki! ¡No’ hemo’ emocionao y hemo’ olvidao lo de la’ lanza’! ¡Somo’ gilipolla’!

Calistro buscó a toda velocidad —cosa que casi le cuesta chocarse con el coche de Clam—la frecuencia escucher de Rage para decirle que no tenían las lanzas. Era tarde.

Las motos voladoras ya se encontraban en las murallas de Piter Mata esquivando los disparos de las torres y de los soldados apostados en las mismas.

—¡Cómo podemos ser tan subnormales! —se lamentaba Rage.

—¿Y a mí por qué no me habéis contado la movida, tíos? —dijo Pikolov. —No sabía nada de esas lanzas guapas.

Sakoto, al escuchar lo que estaba sucediendo, le dijo a Panshiro:

—Oye, vamos para allá a ayudarles. Creo que podemos hacer algo.

Panshiro miró a Sakoto y asintió con la cabeza. Ambos salieron del todoterreno y empezaron a brincar por los riscos a toda velocidad, perdiendo de vista las tropas de La Praleña. Sakoto, de camino, llamó por escucher a Rage.

—Rage.

—Dime, Sakoto —contestó el sargento, cabreado por su doble olvido.

—Aguantad un poco y cuando nos veáis a Panshiro y a mí recogednos.

—¿Para qué?

—Para destruir las torres.

***

—Son idiotas —comentó Nalehom al saber de la aparición de las motos voladoras. —Esto acabará pronto.

—Maestro, quiero ir a por ellos —solicitó Trokkolo Grogui, impaciente por combatir.

—No, Trokkolo —respondió el brujo. —Por ahora tu función consiste en permanecer en la torre del trono por si llegan Panshiro y Sakoto. Por cierto, Log…

—¿Sí, Maestro? —dijo Log.

—Si lograran entrar a la fortaleza, envía a Siriyú al campo de batalla. Desgastará a Panshiro y ganaremos ventaja.

***

Sakoto y Panshiro llegaron a una posición cercana a las motos y la muralla de Piter Mata. Sakoto avisó a Rage de que estaban ahí, y Rage y Pikolov fueron a buscarlos mientras Scarlet y Badai distraían al enemigo.

Cuando llegaron, Sakoto y Panshiro subieron a las motos. Panshiro subió con Rage y Sakoto con Pikolov.

—¡Nunca hemos coincidido como compadres de batalla, Sakoto! ¡Nos los vamos a cicutriñar! —celebró Pikolov.

—Es un gustazo, Pikolov. Dicen que eres el mejor —dijo Sakoto, sonriente.

—Venga, dime adónde voy.

—A la torre que tenga el dispositivo ese. La que esté más cerca.

—¡Misión suicida!

Pikolov aceleró y guio entre disparos al Hikari hasta la torre más cercana. Panshiro y Rage hicieron lo mismo, dirigiéndose a otra torre.

Apenas se acercaron a la torre, Sakoto pidió a Pikolov que parase. El guerrero se puso en pie aún dentro de la moto. Empezó a acumular ki y se impulsó con fuerza. Lanzó una ráfaga de ki, destruyendo por completo la torre y el dispositivo. La magia se deshizo con facilidad.

Panshiro hizo lo mismo. Usó una nueva técnica, el Puño Distante e Impactante, para derruir la torre. Igual que con el ataque del Hikari, la magia se disipó como una niebla con los rayos del sol del amanecer.

A gran velocidad, Sakoto y Panshiro rodearon la muralla de Piter Mata fulminando todas las torres. La barrera quedó desactivada. Los moteros estaban estupefactos ante tal hazaña.

—¡Estos tíos son indescriptibles! —observó Pikolov. —Como molan, ¡Me voy con ellos!

Pikolov aparcó la moto y se fue corriendo feliz en busca de los dos Soniquetes.

Al poco, las milicias de La Praleña llegaron a Piter Mata. Rage informó a todos de la destrucción de la barrera y todos, eufóricos, comenzaron a disparar a los enemigos y a entrar a la fortaleza desde los boquetes provocados por el Hikari y el Puño Cardinal.

Los soldados de Nalehom salieron a defender la plaza, y ambos ejércitos iniciaron una cruenta batalla.

CONTINUARÁ…

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