Panshiro y Badai eran amigos desde hacía muchos años. Panshiro era oriundo de Raus y desde bien joven entrenó y aprendió el Puño Cardinal con el ya fallecido Maestro Chungen. Se unió a las milicias rausenses cuando Raus se vio involucrado en la Primera Gran Guerra Mastrukiana. Fue, después de la conquista de Nalehom, uno de los miembros fundadores de La Praleña.
Badai era originario de Migara, una provincia del país vecino, Ivalis. Cuando apenas era un adolescente se mudó a Raus con sus padres y otras dos familias, los Clam y los Lock, en busca de mejores oportunidades. Pocos años después estalló la Gran Guerra, momento en que sus padres fueron asesinados, igual que la familia Clam y Lock. En lugar de volver a su tierra natal, él y sus grandes amigos, Ziffa Lock y Yarret Clam —este último bastante mayor que aquellos dos—, permanecieron en Raus y se alistaron al ejército rausense, siendo instruidos en el arte guerrero.
Como otros tantos exsoldados, Badai, Yarret y Ziffa se unieron para fundar La Praleña cuando Nalehom conquistó Raus. Más tarde, Ziffa y Badai fueron destinados a la ciudad de al lado, Tarrakron. Con el tiempo, Badai se ganó los galones para convertirse en nuevo miembro de Los Soniquetes, junto a Rage y Panshiro, con los que compartió intensas vivencias. A Ziffa también se le propuso entrar en el equipo, pero ella prefería ir un poco por su lado. Además, tenía cierta nostalgia por regresar a Raus y pertenecer de nuevo a otro grupo mítico de la ciudad, Los Bujías.
***
Una vez más, los dos compadres se encontraban cara a cara.
—Tengo ganas de medirme con Sakoto, voy a ganar —dijo Badai.
—Pues venga, vénceme —respondió Panshiro.
Sin que el público casi pudiera percatarse, cuando Chuflón dio inició al combate, los dos contendientes se lanzaron el uno sobre el otro y comenzaron a intercambiar golpes. El ritmo de la espada de Badai no se quedaba atrás respecto a los puños y piernas de su contrincante. Panshiro aumentó más la velocidad de sus puños y golpeó a Badai, empujándolo hacia atrás. Este cayó de pie y le lanzó una bola de fuego que Panshiro aplastó con una mano.
Iji Badai lanzó a continuación otra estocada, siendo esquivada por Panshiro. El guerrero del Puño Cardinal contraatacó con un combo de patadas que Badai no pudo parar, y esta vez cayó al suelo. Se levantó rápido y, sin que Panshiro lo esperara, el espadachín le atacó con un espadazo con una amplia área de daño, acertando esta vez en su contrincante.
—Nueva técnica, ¿eh? —observó Panshiro.
—La llamo Onda Cortante del Copón.
—Un poco rimbombante, pero la define bien. Bueno, Iji, no alarguemos esto, tenemos que volver a nuestra misión.
Badai sonrió y brincó hacia Panshiro. Este último, de repente, desapareció. Cuando volvió a aparecer, estaba detrás de su oponente; le golpeó con la energía justa para sacarlo fuera del ring sin ocasionarle gran daño.
Todo el mundo aplaudió. Una vez más, Panshiro ganó un duelo ya clásico. Ambos compañeros de batalla se dieron la mano y los espectadores los corearon hasta quedarse sin voz.
***
Chuflón marcó un descanso de una hora antes de continuar con las semifinales. Iji y Panshiro fueron felicitados por sus compañeros en la zona para luchadores.
—No hay quien te iguale, Panshiro —alababa Juantello—, es una suerte tenerte con nosotros.
—Sí, tu fuerza es impresionante, Puño Cardinal —dijo El Ninjo.
Como de la nada, apareció Siriyú, contradiciendo a los demás:
—Relajaos un poco. Un torneíllo no tiene nada que ver con una batalla real. Cuando llegue el momento, dudo que este tío sea capaz de dar la talla.
—Él ha cumplido muchas misiones con éxito, por eso es un Soniquete —dijo Badai, defendiendo a su compañero—. Tú, en cambio, siempre eres un problema. No sé qué verían los de Raus en ti…
La situación comenzó a tensarse. Sakoto cada vez veía más clara la animadversión de Siriyú no solo con Panshiro, sino con la cúpula de La Praleña.
—Panshiro, cuando nos encontremos en la semifinal te pondré en tu sitio de una vez. Voy a ir con todo, imbécil.
Panshiro frunció el ceño, mirando desafiante a su próximo rival. Siriyú le devolvió la misma mirada. Panshiro, decidido, le dijo:
—¿Quieres que nuestro combate sea el primero de la semifinal? Te voy a callar la boca y te mandaré a Yamatori de un puñetazo.
—¡Por mí perfecto! —gritó Siriyú. Y cada uno se marchó por su lado.
—¿Qué pasa entre estos dos? —preguntó Sakoto a Ziffa.
—Siriyú es un fanfarrón envidioso —respondió Ziffa—. Hace tres años fue contratado por La Praleña recomendado por nuestra sede de la ciudad de Raus. Forma parte de los Caballeros de la Constelación.
—¿Los Caballeros de la Constelación?
—Sí, son un grupo de caballeros de Yamatori con poderes afines a las influencias constelares. Durante la Guerra colaboramos con ellos —o eso me han contado, yo apenas era una cría—. Como también son mercenarios, hace tres años les pedimos ayuda para luchar contra Nalehom, y vino Siriyú. Como tenemos amistad con los Caballeros desde hace años y nuestra situación no es la mejor, nos hicieron buen precio.
—¿Y qué pasa con este tipo?
» Al principio fue bien, pero hace cosa de un año su carácter comenzó a cambiar. Exigió entrar en Los Soniquetes y dirigir operaciones, pero al ser un colaborador nuestras normas lo prohíben, por seguridad. Desde entonces, siempre anda peleándose con Los Soniquetes, especialmente con Panshiro, al que considera su rival.
—¿Por qué no lo echáis y que manden a otro?
—No es tan fácil. Como hay un contrato de por medio y Siriyú está cumpliendo con su labor, no tenemos mucho derecho a quejarnos solo porque sea un impertinente. Hasta ahora, sus salidas de tono no han perjudicado demasiado las acciones de La Praleña, así que Rage dice que mientras no nos mezclemos mucho con él y siga haciendo su trabajo, aguantaremos.
***
Pasado el descanso, el torneo iba a continuar con el combate entre Panshiro y Siriyú. La voz había corrido y todo el mundo tenía conocimiento del desencuentro entre ambos guerreros, y por este motivo el público esperaba con ganas la disputa. Al salir los contendientes, Chuflón echó más leña al fuego:
—¡Señoras y señores, la alcantarilla está que arde! Según el orden del torneo, el primer combate de la semifinal debería ser el de Ziffa vs Sakoto, pero en esta hora de descanso, escuchen bien, Siriyú y Panshiro se han provocado mutuamente y han pedido a la organización del torneo —es decir, yo—, adelantar su combate. ¡Pues aquí lo tenéis! ¡Comenzad!
Siriyú sonreía con orgullo y desprecio a Panshiro, mientras este permanecía serio y concentrado. El Caballero de la Constelación del Dragón Verde dijo:
—Qué fácil es provocar a un guerrero de medio pelo. Te tengo donde quería.
Panshiro no entendió ese comentario, pero pronto lo comprendió. Siriyú acercó su mano al casco y gritó:
—¡Adelante!
De forma sorpresiva, todo comenzó a temblar y el público a chillar y a huir despavorida del escenario. El techo de la ciudad empezó a agrietarse y luego explotó. De entre las llamas y el humo de las explosiones surgieron multitud de soldados de Nalehom ataviados con armaduras blindadas. Rage reaccionó rápido y dio órdenes a sus soldados:
—¡Escuadrón 4, llevad a los civiles a un lugar seguro! ¡El resto, a luchar!
Los disparos, choques y muertes se esparcieron por el escenario, aunque buena parte de los civiles pudieron escapar a tiempo.
—¿Dónde está tu honor de caballero, Siriyú? —preguntó Panshiro con rabia.
—Esas mierdas no van conmigo, Puño Cardinal. Me ofrecieron muy buen trabajo, tan bueno como para retirarme de mi orden. Además, no os puedo ni ver, ¡que os jodan!
Sin mediar más palabra, Panshiro y Siriyú comenzaron a intercambiar golpes, con la mutua intención de terminar con la vida del otro.
¿Cómo se solucionará esta crisis? ¿Es el fin de la Ciudad de las Alcantarillas?
CONTINUARÁ…