Capítulo 1: El hombre del bosque

El mediodía de los Bosques de Tarrakron estaba siendo ajetreado. Varios soldados, una vez más, escudriñaban cada rincón de la vegetación buscando su objetivo. Al cabo de un rato, un grupo de tres soldados armados con rifles Hoder y pistolas Blunter encontraron la cabaña de su enemigo.

—¿Llamo al equipo Drap? —preguntó un soldado calvo.
—No quiero compartir la caza con nadie, vamos —afirmó otro que peinaba un puntiagudo tupé.
—Este tío es nuestro —dijo un tercero con melena.
Desenfundó su Blunter y gritó:
—¡Sal de ahí, perro!
Las pistolas Blunter no disparaban balas, sino grandes haces láser que fundían todo a su paso. El problema es que eran de un solo uso.
El melenudo soldado disparó su Blunter apuntando a la cabaña, quedando esta pulverizada.

—Deberías haber disparado más flojo, el General Log lo quiere vivo —dijo el soldado con tupé.
—No creo que sea un fiambre… Ya sabemos de lo que es capaz.
Detrás de los soldados, una voz firme dijo:
—Muy listos no sois al buscarme, pues.
Un hombre de mediana edad, de melena y barba canosas y desaliñadas, los miraba molesto. Cuando cualquiera atendía a su vestimenta, no podía evitar preguntarse: ¿por qué viste un saco de patatas?

—¡Ni pestañees, Sakoto! —ordenó el calvo, apuntando su rifle contra el extraño personaje.
—Habéis destrozado mi chabolo… —dijo con voz fría y amenazadora el dueño de la cabaña.
Sakoto se puso en postura de ataque y desapareció ante los ojos de sus enemigos. Los soldados apuntaban con sus armas a todos lados, incapaces de verlo. De repente, el hombre del bosque apareció ante el soldado que había destruido su casa y le dio un puñetazo, dejándolo inconsciente.

Al momento, el soldado con tupé disparó a Sakoto y este saltó hacia un lado. A continuación, el soldado calvo lanzó una bola metálica hacia el luchador, y de la esfera salieron unas cuerdas que formaron una red entorno a Sakoto. El soldado tiró de la bola hacia sí y la red atrapó a su víctima.

—Ya eres nuestro —dijo el calvo.
—Claro que sí —respondió jocosamente Sakoto.
Sakoto movió como pudo sus brazos hacia delante, justo a la altura del bajo vientre, y formó con sus manos un triángulo invertido. Las manos comenzaron a emitir una luz blanquecina cada vez más potente y luminosa. Mientras eso sucedía, podía escucharse a Sakoto gritar:
—¡Carcayú Invertido!
Un enorme haz de energía blanca y ruidosa, como si fuera el sonido de un terremoto y una corriente eléctrica al unísono, emanó de las manos de Sakoto, arrasando a los tres soldados junto a la porción de bosque en la que se encontraba. Sus enemigos fueron abatidos sin dejar rastro y esa sección del bosque quedó deforestada.

—Otra vez no he sido capaz de controlar mi fuerza. Mierda, ¿por qué nunca lo consigo?
» Nester Log, Nalehom… Malditos seáis. Algún día acabaré con vosotros…
Sakoto, ahora sin cabaña, se marchó a otro lugar para buscar un hogar en el bosque, como otras tantas veces a lo largo de su vida, pues los soldados de Nalehom le buscaban desde hacía mucho tiempo…
CONTINUARÁ…

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