Llegado el amanecer, Neoh y Sakoto iniciaron el entrenamiento. Antes de empezar, Neoh le dio algunas instrucciones.
—Los Hikari tienen una afinidad muy especial con el ki. Hay dos clases fundamentales de Hikari: los Keikai, especializados en el combate, y los Kenchu, expertos en el uso del ki para cambiar las leyes naturales.
—¿Algo así como magia?
—Es parecido, solo que la diferencia entre un mago y un Hikari Kenchu es que el primero manipula el ki y lo convierte en conjuro, mientras que el segundo se funde en la naturaleza del ki y opera junto a ella. Por eso los Kenchu suelen ser más poderosos que los magos normales.
—Me imagino que soy un Keikai.
—Sí. Y todavía hay una tercera clase de Hikari, el más poderoso de todos: el Hikari Matnafaushu. Esta clase de Hikari domina las habilidades de los Keikai y los Kenchu.
—Ese poder debe ser abrumador.
—Lo es, pero los Matnafaushu son muy escasos. Según cuentan las enseñanzas de la Orden del Ki, apenas aparece uno cada trescientos años.
» Pero dejémonos de cháchara. La cuestión es que eres un Keikai y eso significa que tu naturaleza es guerrera. Y aunque no sería del agrado de la Orden del Ki, voy a enseñarte el estilo de combate que aprendí con ellos para que te fortalezcas.
—¿Por qué no les gustaría a los de la orden esa? —preguntó Sakoto, extrañado.
—Porque no perteneces a ellos, ni yo tampoco.
» En primer lugar, debes aprender a aumentar tu ki partiendo de tu propia esencia. Así.
De repente, Neoh comenzó a brillar y emitió un aura naranja que a Sakoto le resultó familiar. La energía de Neoh aumentó mucho, hecho que sirvió al Soniquete para darse cuenta de lo que aún tenía por aprender. A continuación, cayó en la cuenta: Neoh era un Hikari.
—¡Eres un Hikari!
—Sí, lo soy.
—Menuda coincidencia, siendo tan pocos como me has dicho.
—La Providencia siempre dispone lo necesario. Nuestro encuentro no es casual.
Sakoto recordó que Trokkolo Grogui también se transformó cuando se unió a la página de Grogui.
—¡Espera! ¿Entonces Trokkolo Grogui también es un Hikari?
—No. Grogui sí que lo era. Hay algún tipo de hechizo con esas páginas que imbuye a su portador lo escrito en ellas. No sé qué tipo de brujería es esa, pero es muy peligrosa. En su época, Grogui fue el terror personificado, y está de vuelta junto al poder de Trokkolo, así que es aún peor.
Sakoto se quedó en silencio, recordando lo sucedido en Tarrakron.
—Venga Sakoto, debes aprender a transformarte en Hikari y no tenemos demasiado tiempo.
***
Nalehom y Nester Log visitaron la nueva «jaula anti ki» que habían construido para el Nalehus Rex en Piter Mata. Después de los actos perpetrados por el meca aquella fatídica noche en Tarrakron, la máquina de guerra no había vuelto a moverse.
El jefe de los ingenieros a cargo del Nalehus Rex guiaba la visita del dictador por las instalaciones.
—¿En qué fase de sistematización se encuentra? —preguntó el brujo.
—Sigue resistiéndose. Su ki es inmenso, Majestad. Pero hemos logrado controlar su Cañón Explosivo, y eso es buena señal.
» El sistema de misiles es la siguiente parte de su anatomía que queremos controlar. También hemos fortalecido el hangar para que no pueda resonar con el ki exterior.
—Percibo que tiene poca energía ahora, ¿por qué no se carga? —inquirió Nalehom.
—Parece que solo se carga cuando se siente amenazado, como sucedió en Tarrakron. Aún no conocemos lo suficiente sobre sus patrones de conducta.
—Seguid investigando. Ya se me ocurrirá algo para mantenerlo bajo mi control. El Nalehus Rex es nuestro billete para comenzar a dominar el mundo. Como falléis, os desollaré.
—Sí, Su Majestad —respondió el ingeniero con miedo.
En ese momento, Log recibió una llamada. Habló durante unos instantes e informó a su maestro.
—Maestro, me informan del Departamento Facsímil que se han podido crear cinco tropas estables.
—Perfecto. Echadlas a las calles de Raus, vamos a probar qué tal patrullan.
—¿Al final reconstruiremos Tarrakron?
—Cuando recibamos el dinero de nuestros vecinos y eliminemos a La Praleña construiremos Nahelópolis.
—Gran idea, Maestro.
El brujo dictador y su mano derecha se marcharon del hangar, deseosos de que llegara la fecha límite que habían impuesto para perpetrar sus ataques a las naciones vecinas.
***
Rage había engañado a su sección sobre la hora de comienzo de la instrucción. En lugar de despertarlos a las seis de la mañana, lo hizo a las cinco. Los soldados se sentían descolocados y furiosos con el nuevo sargento, pero no tenían más opción que la de obedecerlo. Ante las quejas de todos, Rage lo dejó claro mientras pateaba las camas de sus soldados:
—¿Creéis que un soldado de Nalehom esperará a que os levantéis para pegaros un tiro, subnormales? ¡Somos Incursores, debemos improvisar, adaptarnos, vencer! ¡Arriba los culos!
Incluso mientras los soldados se cepillaban los dientes y se aseaban para empezar el día, Rage les gritaba para espabilarlos:
—¡Somos silenciosos, somos rápidos, somos mortales! ¡Salid de una vez a formar filas, carajo!
Cuando formaron filas, Rage pudo observar con mayor claridad que su tropa, de veinte hombres, estaba desgarbada. Ninguno vestía de uniforme, sus peinados eran estrafalarios e incluso algunos bostezaban. El sargento comenzó a hablar:
—La Praleña busca soldados de verdad. Desgraciadamente vosotros no lo sois.
» Como Incursores, prepararemos el camino hacia la batalla que otros seguirán. La derrota no forma parte de nuestro credo. Repetidlo.
Los soldados lo repitieron sin ánimo. Rage insistió dos veces más en que lo dijeran más fuerte. La desmotivación de su sección era evidente.
—Sganda praleña… Quitaos las camisetas.
Todos murmuraron insultos y quejas.
—O llevamos camisetas iguales o no llevamos ninguna.
Todos obedecieron y se las quitaron mientras se miraban entre ellos, molestos. A continuación, Rage se acercó a la primera fila, donde estaban algunos de los soldados que el día anterior le habían vacilado. Primero, se puso frente al que llevaba las gafas de sol.
—¿Cómo te llamas, soldado? —preguntó el sargento.
—Cabo segundo Hostaid, sargento —respondió el soldado.
Rage le quitó las gafas de sol, las lanzó al aire, desenfundó su pistola y, sin mirar, disparó, destrozándolas.
—No tires por ahí tus cosas, Hostiado, hay que cuidar la ecología.
Rage se acercó a varios soldados y les preguntó sus nombres. Caskier —al que agarró por la nariz—, Hulukos, Manuman, Resik… Su sargento les dijo:
—Bien. Resaca, Manubrio, Hueleculos, Cascarria… sois guapísimos. Parecéis unos maniquíes, capullos. Quiero ver todas esas cabezas rapadas mañana por la mañana, si no os raparé a tiros.
» Cuando empecéis a parecer Incursores empezaréis a sentiros Incursores y dentro de poco, maldita sea, empezaréis a comportaros como Incursores. Derecha, ¡Ar!
Y así comenzó el sargento Rage a instruir a sus soldados.
***
Mientras tanto, Los Bujías planeaban su siguiente misión secreta.
—Por lo que sabemos —dijo Scarlet—, Nalehom ha activado una barrera electromagnética de gran potencia alrededor del Piter Mata. Está actuando con prudencia, sabe que somos capaces de atacar, aunque seamos inferiores en número y capacidad militar.
—El problema —dijo Pepelu—es que no sabemos cómo funciona esa barrera —el robot proyectó desde uno de sus ojos un mapa tridimensional de Piter Mata—. Imaginamos que en cada torre de la fortaleza hay algún dispositivo barrerístico, pero desconocemos cómo podemos desactivarlos porque no sabemos de qué tipo son.
—¿Y un APB? —propuso Badai. – Hasta ahora han sido infalibles con todo tipo de instrumentos electrónicos.
—Sí, pero pué’ ser que estén protegido’ con magia y el APB no sirva —dijo Calistro—. No e’ fácil la cosa.
—Claro, no había caído que es el cuartel general de Nalehom y el desgraciado usa hechizos —dijo Badai.
—Creo que eso puede tener solución —comentó Arsi—. En nuestra tierra tenemos recursos ninja contra la magia.
—¿A qué te refieres? —le preguntó su hermano, El Ninjo.
—¿En serio, Gaiden? – respondió su hermana con tono molesto. —¿Acaso papá no tiene las lanzas mataki, que anulan el ki mágico? Las usamos para acabar con la bruja Matel hace tres años.
—¡Es verdad! —dijo El Ninjo.
—Pero para usar esas lanzas habría que estar dentro de cada torre para golpear los dispositivos barrerísticos, ¿no? —observó Scarlet.
—No, no —dijo Arsi—. Las llamamos «lanzas» por su forma, pero son una especie de rifles que disparan ráfagas que debilitan la magia. Se pueden instalar en un vehículo.
—De la instalación me ocupo yo —dijo Otakrón.
—¿Serían útiles con Nalehom? —preguntó Pepelu.
—Habría que probar —comentó El Ninjo. —Creo que algo le afectaría. La cuestión es cómo podríamos llegar hasta él durante la batalla.
—Bueno, dejemos de especular —dijo Scarlet—. Hemos enviado a Logan a que se dé una vuelta por Piter Mata para que esclarezca si los dispositivos están en las torres y si hay magia en ellas. En unos días lo sabrá.
—Saber si están los dispositivos ahí le será más fácil, pero ¿cómo detectará si hay magia en las torres? —preguntó Badai.
—Le hemos preparado un dispositivo que puede medir el ki y su tipo —dijo Pepelu—. No solo Otakrón es un genio de la electrónica —comentó con orgullo.
—¿Existe algo como eso? Será muy útil en batalla. —apostilló Badai.
—En Chimpunia hemo’ desarrollao de tó —afirmó Calistro. – Pero como era mu difíci’ llevaro’ a la’ alcantarilla’ ná, pue’ os habéi’ perdío cosa’ así.
—Ya veo —dijo Badai con cierta resignación—. Oye, ¿por dónde anda Ziffa? ¿Y Rage y Yarret?
—Ziffa se ha animado y está en la Sección de Vanguardia entrenando a soldados —dijo Scarlet. —Y Rage y mi marido están todo el día instruyendo a los soldados de Incursión y Estallamiento. Quisieran estar aquí pero el general Matau les obliga a dirigir las tropas.
Y esperando los resultados de la misión de Logan, todos volvieron a sus quehaceres.
***
—¡Ahora sé de qué me suena Sakoto! —exclamó Patrulloso-X uno de los largos días de presidio.
—¿De qué? —preguntó Karajah.
—¿Recordáis que poco antes de la guerra, apareció en El Pichón el monstruo que llamaron Hombre de Espuma de Babas de Cerveza?
—Claro —dijo Biticli—, las susodichas babas eran de un miembro de los X-tremoduros, Checs, que tomaron vida cuando se mezclaron con los efluvios de la taberna o algo parecido, o al menos eso cuentan. Dicen que el resto del grupo, con Ryumah a la cabeza, se las vieron y desearon para cargarse al bicho. ¿Estaba Sakoto por ahí?
—Estoy convencido de que sí —respondió Patrulloso—. Resulta que un primo de un amigo de mi padre era a su vez primo segundo del Gran Pitus. Pues bien, cuando la taberna explotó fuimos para allá porque el amigo de mi padre le pidió ayuda para encontrar al Gran Pitus entre los escombros. Y así fue, lo encontramos hecho polvo, pero estaba vivo.
—¿Al Gran Pitus o a Sakoto? —intervino Pasqual.
—Al Gran Pitus, hombre —contestó Patrulloso—. Pues por ahí andaba Sakoto ayudando también. Solo hablamos un poco después de encontrar al Gran Pitus y… Espera… —puso cara de hacer memoria y después se sobresaltó—. ¡Ah! ¡Le dejé dinero y nunca me lo devolvió! Solo habló conmigo para pedirme 20 zepis porque dijo que no tenía cambio para comprar la merienda. ¡Más le vale que siga vivo, me debe pasta!
***
Toda La Praleña continuaba entrenando y planeando el posible ataque a Piter Mata. Unos consideraban que sería directamente un suicidio, otros un acto sorpresivo que podría llevarlos a la victoria y algunos otros que todo era una pérdida de tiempo porque Nalehom iba a conseguir sus propósitos.
Respecto a la instrucción de Rage, esta estaba siendo un desastre. Sus soldados eran patosos, poco disciplinados, nada acostumbrados a la batalla. Errores, accidentes y estupideces eran el pan de cada día en la Sección de Incursión.
Una noche, Rage fue a la solitaria taberna El Pichón II, la segunda taberna fundada por Brako, el mítico tabernero que en su día fue miembro de los X-tremoduros y que regentaba la tasca más importante del distrito Pelagius, El Pichón.
El Pichón II estaba repleto de fotografías y símbolos de las fuerzas rausenses de antaño. Un museo dedicado a la valentía y el honor de los viejos héroes.
Rage estaba lamentándose en la esquina de la barra. Yarret Clam entró a la tasca, y cuando vio a su viejo amigo Rage, lo miró y dirigiéndose a Brako dijo:
—Aquí entra cualquiera, ¿verdad?
Brako sirvió un vino de su propia cosecha a Clam.
—La casa invita, cura todos los males —dijo el bodeguero.
Yarret se sentó junto a Rage y le dijo en tono de hermano:
—Si quieres emborracharte, aullar a la luna y conseguir que nos degraden a los dos a soldados rasos, hagámoslo juntos.
—¿Qué es lo que somos, Yarret? —dijo con pesar Rage.
—Somos bastardos pistoleros con hachas en vez de nabos y queroseno en vez de sangre —respondió Clam.
—Sí, somos todo eso… Desde luego.
—BSC.
—¿Qué es eso?
—El Mayor Kulbert, un día oscuro y nublado me dijo: «Sargento, es un BSC. Un Batallante Sin Camino. Disparan sin pensar en las consecuencias».
—Perdimos la guerra local, pero ganamos las batallas —ambos camaradas se miraron a los ojos—. Y no pienso perder porque mis soldados no estén preparados.
—¿Qué vas a hacer?
—Convertirlos en Incursores.
—¿Cómo éramos Los Bujías y los X-tremoduros? —Rage sonrió con las palabras de Clam, recordando aquellos tiempos. —Éramos la hostia. Valíamos cien veces más que estos gilipollas jugando a ser soldados.
—Sí… La Batalla de Balámbur.
—La Batalla de Balámbur.
Los dos veteranos brindaron sus copas en honor a aquella batalla, la definitiva en la Gran Guerra Mastrukiana.
CONTINUARÁ…