El interrogatorio al hacker fue sencillo. Había entrado en pánico y, después de calmarle un poco con una tila, explicó todo. Rage, que fue el único que lo interrogó, pues Luzman estaba realmente atemorizado y se desmayaba si había más de dos personas en la misma sala, contó a los demás la información dada por el asustadizo hacker.
—Luzman procede de los bajos fondos de Yamatori. Nalehom lo contrató para crear un sistema de seguridad para convertir La Tabacalera en una base impenetrable. Pero aún hay más.
—¿El qué? —preguntó Xiv.
—También pagaron al tarambana este para diseñar un complejo sistema de máquinas inhibidoras del ki.
—Hacía años que no escuchaba nada de esos cacharros —comentó Ziffa.
—¿Qué es eso? —preguntó Sakoto.
—Minas anti ki —dijo Rage—. Si entras dentro de su radio de acción, no puedes usar el ki. Y según cómo calibres esas minas, te cargas a cualquier ser vivo en unos minutos.
» Pero la cosa no va por ahí. El cagado ese dice que su trabajo consistía en diseñar una especie de hangar recubierto de estas minas, calibradas para que anulasen la capacidad de usar el ki como hacéis algunos de vosotros, pero…
—¿Qué? —infirió Xiv.
—Que le dijeron que el hangar y las minas debían diseñarse como si dentro del recinto fuera a estar mucha gente o un ser gigante.
—Genial —dijo Ziffa, ironizando—. ¿Y el hacker sabe cuál es la opción correcta?
—No —dijo Rage—. Le dieron la información justa de las medidas que Nalehom necesitaba para tener un modelo con el que trabajar, y no parece que mienta. Está en pánico, me da hasta pena.
—¿Y te ha dicho cómo entrar a La Tabacalera? —preguntó Juantello.
—Sí, por las alcantarillas. Dice que con un Pulso Brutal el sistema de seguridad caería fácilmente.
—¿Qué es un Pulso Brutal? —volvió Sakoto a preguntar.
—Vamos a tener que ponerte al día respecto a unas cuantas cosas, Sakoto —respondió Badai—. Un Pulso Brutal es parecido a un Pulso Electromagnético, con la diferencia de que no solo inhibe los aparatos eléctricos, sino que también funde físicamente el sistema atacado.
—¿Y con un Carcayú no será suficiente? —comentó el hombre del bosque. Los demás rieron, para su molestia—. Muchos años por ahí, ¿vale?
—No podemos usar ataques de ki porque estos sistemas de seguridad los captan —explicó Rage—. El Pulso Brutal se hace a distancia, es un ataque rápido y localizado.
—¿Qué hacemos entonces? —preguntó Panshiro, que sólo había estado escuchando hasta entonces.
—Luzman está dispuesto a colaborar. Lo pondré a trabajar con Otakrón para que fabriquen el Arma de Pulso Brutal; un APB de toda la vida, vamos.
—Y como Otakrón y el otro tardarán unos días en fabricar el APB —intervino de repente el Viejo Mastruko, que nadie había visto entrar a la Casa Cutaína—, para no enfriarnos, vamos a celebrar un pequeño torneo de artes marciales entre nosotros, ¿qué os parece?
—Perfecto —dijo Panshiro, serio como siempre.
—Suena bien, Maestro —comentó Badai.
—¡Covadonga! —exclamó Juantello.
—¡Bien! —dijo Sakoto, excitado por tener una oportunidad para comprobar el resultado de su entrenamiento.
—Pues ya está, ¡mañana por la mañana comienza el torneo! —sentenció el Viejo Mastruko—. ¡Que el ki arda en vuestra alma!
***
Desde que los mutantinos y La Praleña comenzaron a convivir, compartieron su afición por las artes marciales, y de vez en cuando celebraban pequeños torneos para ponerse a prueba entre ellos. Así fue como construyeron un pequeño estadio para celebrar estos encuentros.
A la mañana siguiente, toda la ciudad subterránea se reunió en el estadio para asistir a los combates.
Los participantes fueron los siguientes: Badai, Pasqual, Xiv, Juantello, Siriyú, Panshiro, Ziffa, El Ninjo, Patrulloso-X, Sakoto y seis participantes más que este aún no conocía: Runewa, experta en el bastón bo; Biticli, un musculoso y melenudo luchador; Gravesen, caballero mutantino; La Alicuétana, ágil guerrera con máscara de aguilucho; Vórtice, un experto en el control de los vientos y Castaña Vol, de habilidades desconocidas incluso por él, según contaban.
El encargado de hacer de árbitro y comentarista fue Chuflón, un mutantino que clásicamente presentaba y moderaba estos inventos.
—¡Mutantinos, Praleños —dijo Chuflón—, bienvenidos todos a un nuevo Torneo de las Alcantarillas!
Vítores, gritos y aplausos resonaban en el estadio. Chuflón siguió:
—Hacía algún tiempo que no organizábamos un torneo, y sé de vuestras ansias. ¡Pero ya está aquí!
» En esta ocasión tendremos más participantes que la vez anterior. De hecho, ¡tendremos el doble! Dieciséis combatientes se disputarán la gloria de la ciudad de las alcantarillas, nuestra amada Bitichiri.
» Además, en esta ocasión tenemos a un guerrero recién llegado que, según me han dicho, dará mucho espectáculo y, sobre todo, ¡mucho por culo a Nalehom! —todos gritaron jaleando a Sakoto.
» Bueno, vamos a proceder al sorteo. Como siempre, cada combatiente sacará una bola, y según el número que salga, tendrá su lugar en esta tabla.
Uno a uno, los luchadores fueron sacando las bolas, quedando así la tabla:
1: Ziffa vs Biticli
2: Pasqual vs El Ninjo
3: Sakoto vs Vórtice
4: Juantello vs Patrulloso-X
5: La Alicuétana vs Castaña Vol
6: Siriyú vs Xiv
7: Badai vs Runewa
8: Panshiro vs Gravesen
Una vez hecho el sorteo, no tardaron en comenzar los combates.
Las reglas eran simples. Si uno de los luchadores salía del ring o caía inconsciente y no se levantaba a la cuenta de diez, quedaba eliminado.
Las armas cortantes que portaban algunos guerreros eran tratadas previamente con un gel especial para que los golpes de los filos no cortaran.
Y, evidentemente, el combate a muerte estaba prohibido.
***
En el primer combate, Ziffa venció con facilidad al lento Biticli.
En el segundo, Pasqual contra El Ninjo, después de un interesante cruce de espadas, Pasqual salió victorioso.
Y llegó el turno de Sakoto. Castro y el Viejo Mastruko fueron a desearle suerte.
—Vórtice es experto en la manipulación del viento —le comentó el Viejo Mastruko—, te intentará tirar fuera del ring, ojo con eso.
—Sí, Maestro —agradeció Sakoto.
—Esta es tu presentación en sociedad, ya sabes lo que hay que hacer —le dijo Castro.
—Venceré a mi oponente, Maestro Castro. ¡Gracias a los dos!
Sakoto salió al tatami, y Chuflón se dispuso a presentarlo.
—¡Y aquí está Sakoto, el hombre del bosque, que desapareció de Raus hace veinte años y ahora vuelve para pedirle cuentas a Nalehom! ¡Está gurrumío y no es demasiado cabal, pero es un tipo fuerte y está dispuesto a ayudar a todos! ¡Hola Sakoto!
Cuando los dos oponentes salieron al ring, el estadio estalló en aplausos y gritos. Sakoto tomó postura de combate y su oponente abrió las palmas de las manos.
CONTINUARÁ…