Sakoto e Iji Badai seguían caminando por las alcantarillas de Tarrakron, en dirección a la guarida de La Praleña.
—¿Quién es ese tal Trokkolo? —preguntó Iji—. Hasta ahora no le habíamos visto nunca.
—Sí, explícalo —dijo una voz salida del escucher—. Te escucharé con atención, novato.
—Ey, Mick. Te presento a Sakoto, vamos para allá.
—Hola, Mick Rage —dijo Sakoto—. El Maestro Castro me ha hablado de ti.
—Y a mí de ti. Cuéntanos de dónde sales, porque no le suenas a nadie. Y dinos quién es el tipo del tren.
—Bueno, fui criado en Raus ciudad. Me encontraron de bebé en el distrito Pelagius, la zona de Raus en la que vivían los guardianes del país y parte de las élites militares.
—Entonces conoces a Pikolov, a los X-tremoduros, a Yarret Clam y toda la tropa rausense.
—Sí… Bueno, al tal Yarret Clam no, pero crecí con los X-tremoduros, me formé con ellos. No fui miembro del grupo porque era más joven, pero era uno más y a veces los acompañaba en algunas misiones. Pero al poco de estallar la guerra me destinaron como cadete a Churana.
—¿Y la instrucción con el Viejo Mastruko de la que me habló Castro? —preguntó Rage.
—Como te decía, cuando apenas era un chaval empezó la Gran Guerra Mastrukiana. Todo se complicó porque el conflicto llegó a nuestra frontera sur, cerca de Yamatori.
—Lo recuerdo. Los demonios del hijo de perra de Khargis ocuparon el puesto fronterizo y arrojaban desde el cielo los cadáveres destrozados de nuestros camaradas —Rage hizo silencio unos instantes—. Sigue hablando.
—Ryumah y su hermano pequeño, Varoku, fueron destinados al frente para frenar a los demonios y la cosa iba más o menos bien. Pero el ejército rausense necesitaba más efectivos para proteger Raus, y como yo estaba en Churana, no muy lejos del hogar del Viejo Mastruko, fui escogido entre los cadetes para ser entrenado por él.
—¿Quién era tu mayor? —preguntó Rage.
—Ritley Joris.
—Gran guerrera. En paz descanse. Bueno, dinos quién es Trokkolo.
—Al cabo de unos pocos meses de mi formación, el ejército del Gran Demonio Khargis atacó por el mar. Entraron por la costa. Ryumah, los X-tremoduros y algunos más volvieron a Pelagius. Ahí tuvimos la primera noticia de Trokkolo.
» Al parecer, Trokkolo era un discípulo de Nalehom, que en aquellos tiempos era un siervo de Khargis. Nalehom fue enviado para conquistar Raus por mar, y con él iba Nester Log.
» Pero había otro tipo que era un «agente en la sombra», un asesino muy poderoso, desconocido por la mayoría de gente. Este era Trokkolo. Escuché de los X-tremoduros que el tal Trokkolo era sospechoso de haber asesinado a varios maestros de artes marciales, que boicoteó lugares estratégicos para el ejército rausense y cosas así. Pero nunca hemos sabido mucho más sobre él.
» Ryumah y Varoku lograron encontrarlo y lucharon con él, pero logró escabullirse.
—¿Y por qué los demás no supimos de él? —preguntó Rage.
—Ryumah y los demás pensaron que sería mejor que pocos se enterasen, para que Nalehom creyera que no sabíamos de la existencia de Trokkolo y así pillarle por sorpresa. Quizá así bajaría la guardia. Y como Ryumah y Varoku se estaban ocupando del asunto, los que lo sabíamos estábamos más tranquilos.
» Total, que yo seguí entrenando con el Viejo Mastruko, pero pasó algo muy importante. Seguro que os suena: el mismo Khargis apareció cerca de Raus, en Ivalis.
—Todos fuimos para allá —comentó Rage. Se escuchó el sonido de un mechero y la bocanada de un cigarro—. La Batalla de Balámbur.
—Sí, la Batalla de Balámbur. Hasta el Viejo Mastruko fue. Era una oportunidad única para acabar con Khargis.
—¿Y tú por qué no fuiste? —preguntó Badai.
—Porque Nalehom no se movió a Balámbur y no sabíamos si Trokkolo estaba vivo o muerto. Así que Ryumah y el Viejo Mastruko nos ordenaron a los X-tremoduros y a mí vigilar Raus, y ellos se marcharon al frente otra vez, a la batalla final.
» Ya sabéis lo que pasó: los demonios que estaban bajo el mando de Nalehom atacaron Raus. Aguantamos como pudimos. Apareció el Demonio Dojo, un bicho fuertísimo que empezó a destrozarlo todo. Pensábamos que nos despedazaría, pero de la nada pasó algo impresionante.
—¿El qué? —preguntó Badai.
—Ryumah y Varoku tenían un hermano pequeño, Logan. El chaval estaba en un búnker con otros civiles, pero logró salir y plantó cara al Demonio Dojo. No sé de dónde saco tanto poder, pero lo venció, lo hizo trizas.
—Pensé que era una leyenda urbana —dijo Rage.
—Lo vi con mis ojos.
—Oye, alguna vez escuché que había un cuarto hermano que murió en la guerra. ¿Sabes algo de eso?
—Ni idea —respondió Sakoto—. La batalla siguió y al poco apareció Trokkolo, y me enfrenté a él. Logré vencerlo, pero Pelagius y parte de Raus quedaron en ruinas. Yo no pude soportarlo, reconozco que fui débil, y cuando acabó la batalla me marché a los bosques.
—Ese mismo día vencimos a Khargis, pero Nalehom aprovechó la confusión para conquistar Raus. Ryumah desapareció, el Viejo Mastruko casi muere, y de Varoku tampoco supimos más. Murió mucha gente ese día.
» Así que tu existencia permaneció casi en secreto por la confusión de la guerra y porque eras un crío. Entiendo.
» No tienes un pasado honorable, Sakoto. Pero ahora tienes una oportunidad para resarcirte de tu huida. Espero que no falles a Raus de nuevo.
—Por supuesto que no. Además, he de terminar lo que empecé —dijo con firmeza, refiriéndose a Trokkolo.
Terminada la conversación, Badai y Sakoto llegaron a una pared con una pequeña hendidura que pasaba casi inadvertida. El espadachín metió la mano y apretó una especie de botón. La pared se abrió y cruzaron un largo pasillo.
—Bienvenido a casa, Sakoto —dijo Badai.
CONTINUARÁ…